Resumen
El 18 de octubre de 1483, y por deseo testamentario, don Juan de Antezana y su esposa, doña Isabel de Guzmán, fundaron en Alcalá de Henares, un hospital para atender de forma gratuita a enfermos sin recursos, para la cual cedieron sus propias casas, sitas en la calle Mayor de la población, donde aún se mantiene en pie. En aquel hospital residió, cuidando a los enfermos acogidos en él, el futuro san Ignacio de Loyola, entre 1526 y 1527, aunque su estancia en la ciudad complutense no fue nada fácil, siendo vigilado por la Inquisición e incluso ser encarcelado. En 1527 el santo jesuita abandonó Alcalá de Henares para trasladarse a Salamanca y París. En 1622 el papa Gregorio XV canonizó a Ignacio de Loyola, junto con Felipe Neri, Teresa de Jesús e Isidro labrador. Para conmemorar aquella canonización los administradores del hospital de Antezana decidieron convertir, a mediados del siglo XVII, el aposento que ocupó el santo durante su estancia en él en una capilla en su honor, encargando un elegante retablo de madera dorada, en cuyo centro Diego González de Vega realizó en 1669 un magnífi co retrato del santo.
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