Resumen
A partir de 1769 se inició la reorganización de las parroquias españolas, encomendada por el Rey a los prelados tras lograr el Real Patronato, con el Concordato de 1753. En San Sebastián la urgencia de la reforma era grande, y así, el obispo Irigoyen, con su sentencia de 22 de noviembre de 1776, creó tres nuevas parroquias extramurales. Pero la posibilidad de ponerlas en marcha pasaba, para empezar, por el control del dinero de las piezas eclesiásticas vacantes. Como patrona, la Ciudad deseaba conocer qué dinero había en manos del Cabildo Eclesiástico, pero los sacerdotes, celosos de su independencia, no deseaban comunicar el estado de esas vacantes a la Ciudad, quien hubo de recurrir al Tribunal Diocesano para ello.
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